sábado, 6 de agosto de 2011

Avances en la planificación familiar en México

En el ámbito internacional, los programas de planificación familiar surgieron como una respuesta al elevado crecimiento poblacional que presentaban particularmente los países subdesarrollados del mundo. Por otra parte, la planificación familiar también permitió a las mujeres separar la reproducción de la sexualidad y tomar las decisiones sobre su propio cuerpo.
En 1974, el número promedio de hijos(as) por mujer en México era de siete. En la actualidad, según estimaciones del Consejo Nacional de Población, es de 2.1. Varios factores permitieron esta transformación en la familia y sociedad mexicana: se modificó la Ley General de Población y el artículo 4° constitucional, reconociendo la igualdad del hombre y la mujer ante la ley, así como el derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de las y los hijos. En 1976 se creó el Primer Plan Nacional de Planificación Familiar y en 1977 la Coordinación del Programa Nacional de Planificación Familiar.
A casi cuatro décadas se han presentado avances importantes pero también se enfrentan desafíos relevantes: La cobertura anticonceptiva de métodos de planificación familiar en mujeres unidas, desde sus inicios, se ha quintuplicado de 15 a 72.5 por ciento, entre 1973 y 2009. El uso de métodos anticonceptivos, entre 1973 y 1987 se triplicó, no obstante en los últimos diez años solamente se incrementó en seis por ciento.
Cabe destacar que en 2004, con la actualización de la “NOM-005-SSA2, 1993 de los Servicios de Planificación Familiar”, se incorporaron nuevos avances tecnológicos en metodología anticonceptiva, como el condón femenino y la anticoncepción de emergencia. Posterior a la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, realizada en el Cairo en 1994, se adoptó el concepto de salud sexual y reproductiva que incorporó el enfoque de género, de derechos y de la salud sexual de las y los adolescentes.
Los servicios de planificación familiar tienen una contribución vital en la prevención de embarazos no deseados y de alto riesgo de mortalidad perinatal, de aborto y enfermedades de transmisión sexual.
Según datos de la ENADID 2009, la prevalencia del uso de métodos anticonceptivos se presentó de manera distinta en los diversos grupos de mujeres unidas: en las áreas urbanas, alrededor de 75.1 por ciento de las mujeres usa anticonceptivos y en áreas rurales el porcentaje correspondiente es 63.7 por ciento; el 28.8 por ciento de las mujeres sin hijos usaba anticonceptivos para retrasar la llegada del primero; 84.9 de las mujeres con tres hijos usa anticonceptivos, la mayoría para limitar su descendencia.

Asimismo, 60.1 por ciento de las mujeres en edad fértil sin instrucción usa anticonceptivos, mientras que 74.4 por ciento de las que tienen estudios pos básicos.
Los métodos definitivos son los de mayor frecuencia relativa, la operación femenina u oclusión tubaria bilateral y la vasectomía, en su conjunto, representan el 53.2 por ciento de los métodos utilizados (50.1 y 3.1 por ciento, respectivamente); 13.6 por ciento de las usuarias utiliza métodos hormonales; 26.1 por ciento métodos no hormonales y siete por ciento usa métodos tradicionales.
De las mujeres que han tenido relaciones sexuales, 61.8 por ciento de las adolescentes de 15 a 19 años no usaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual; el porcentaje correspondiente a las mujeres de generaciones anteriores (45 a 49 años) fue de 90.8 por ciento.
El grupo de mujeres que tienen entre 40 y 44 años presentan la mayor prevalencia de uso (71.9%). Se observa una diferencia importante entre mujeres unidas y no unidas: las unidas de ese grupo de edad tienen una prevalencia del 81.1 por ciento y las alguna vez unidas o solteras de 41.6 por ciento.
A pesar de los progresos realizados en México, en relación a los derechos reproductivos se requiere firmeza y fortalecimiento de estrategias de información, educación y comunicación; crear una demanda calificada de los servicios y asegurar la disponibilidad de una amplia gama de opciones anticonceptivas. El acceso a salud y anticoncepción de las mujeres jóvenes y las mujeres indígenas son retos particulares.
La población adolescente registra los mayores niveles de demanda insatisfecha de métodos anticonceptivos. El uso de medidas preventivas para evitar embarazos no planeados o enfermedades de trasmisión sexual sigue siendo limitado, por lo que se requiere consolidar una cultura preventiva de las infecciones de trasmisión sexual y del Sida.
La salud sexual y reproductiva constituye un elemento intrínseco del bienestar y calidad de vida de hombres y mujeres, por lo que se debe continuar la lucha por ella.